martes, 6 de octubre de 2009

Polaridad

Me estoy cansando de intentar. No sé porqué siento culpas. No sé porqué nadie me gusta. Nadie me agrada. De nadie me enamoro.


La fuerza de mi obsesión es la de un huracán. La de mi amor es frágil. Es efímera, pero mi letargo dura hasta que los bosques se incendien, las playas se conviertan en desiertos, las selvas queden devastadas.



La fuerza de mi cariño es destructiva. Es un volcán estallando. Es un colapso nervioso.


La fuerza de mi amor es miedo. Es oscuro. Es frío.


La intensidad de mi deseo es meteórico. Es una hecatombe. Una bomba de uranio.

Una explosión en el vientre. Es un tic tac constante. Una espera con los intestinos desgarrados con la desesperanza a un lado de la balanza y la ilusión del otro lado.


Y adivina cual tiene más peso.



La magnitud de mi obsesión es la extinción de la humana que vive en mí.


ATTE PRINCESA ERRONEA

lunes, 5 de octubre de 2009

Ultima cena (bizarra)

Y es que de ti ay no se nada nada nada nada (CORO)


Tengo la infinita capacidad de seudoenamorarme sin conocer absolutamente nada de la otra persona.


Lo que no me gusta es que me vean siempre como tonta cuando sé que tengo cartas, mal jugadas pero las tengo y le saco partido a la sarta de defectos que no tolero de mi misma. Que a pesar de vagar por el mundo sola con una mano en el bolsllo del corazón y con la otra provocando, inivtando a que lleguen más al festín bizarro. A la última cena .


A que todos beban y coman felices. Pero yo voy insensible, pensando siempre pensando, en una vida de círculos con hombres que se repiten tanto y son tan parecidos que es como estarme acostando con el mismo cada vez.


No me gusta que me ignoren y no lo hacen. Uno solo es el que me ignora pero mis súbditos fieles siguen.



Ego. Vanidad. Estúpida.



Me dijo que oraría por mí porque cuando veía mi copa recordaba esa ansiedad, el sudor en la frente que lo despertaba, la sed del vicio, de los placeres, de la perdición. Al fin y al cabo que es un trago nada más.


No puso las manos sobre mi cabeza pero fue muy efusiva su oración.


Yo seguí comiendo con las manos. Me puse muy feliz.



Y continue feliz.



Porque son aquéllos desventurados encuentros fugaces donde vemos que largo ha sido el camino recorrido y lo rudo y doloroso de sus espinas. Los escabroso de su verdad. El abismo de su soledad. Y como va quedando lejos mientras nos enfrentamos a más rutas desviadas, atajos y caminos equivocados.


Aprender a distinguir que el vicio de la carne y que la satisfacción que otorga para nada es virtud.


Yo también sé lo que es levantarse en la noche con el sudor frío porque no puedo con la conciencia. No puedo.


Y siempre pienso que voy a recaer. Y recaigo. Por más que lo intente. Es mi séquito de súbditos fieles que no dejan de pisar la capa de armiño.... Es un hombre repetitivo, es otro. Es una lucha constante. Es un encuentro fugaz.



Desafortunado pero fugaz.

Atte. Princesa Arrepentida sin confesar Errónea